Y he aquí la última y quinta  clave: DE SIEMPRE MAS DE LO QUE ESPERA RECIBIR. Ésta es quizás  la más importante, porque garantiza virtualmente la felicidad.

     Si quiere que su vida funcione, empiece a pensar en cómo dar. Muchos no piensan más que en recibir. No hay ningún problema; eso de recibir es como el océano. Para dar, en cambio hay que tomar una determinación, o sino el proceso no se pone en marcha. La dificultad estriba en que muchos pretenden recibir antes que nada. Viene a verme una pareja, por ejemplo, y el marido se queja de que su mujer no le trata bien. La mujer dirá  que eso se debe a que él no es nada cariñoso. De manera que cada uno espera que sea el otro quien dé el primer paso.

     Qué pasaría si se dirigiera usted al jardín y dijera: -"Dame fruto. Dame plantas".

    El jardín seguramente contestaría:  -Perdone usted, señor mío, pero aquí no trabajamos as¡. Usted debe de ser algo novato. No son ésas las reglas del juego.

     Y luego le explicaría que hay que plantar la semilla, hay que vigilarla, hay que regar y escardar, echar abono y dispensar otros muchos cuidados; y si se hace bien, al cabo de algún tiempo recoger  sus frutos o podrá  contemplar las flores. En cuanto a lo de pedir, puede vociferar cuanto quiera que no por ello cambiarán las cosas. Es preciso dar, dar sin descanso y hasta que el suelo produzca sus frutos. En la vida pasa exactamente lo mismo.

     Puede uno ganar mucho dinero y ser dueño de grandes fincas o de grandes empresas. Pero si lo hace sólo para sí mismo, no será  un triunfador en realidad. No tendrá  un verdadero poder. No poseerá  la verdadera riqueza. El que alcanza “la cumbre” en solitario se queda sin nada que hacer, excepto quizás arrojarse desde ella.



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