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LA CLAVE ES EL TRABAJO DURO
La historia de Tomas Alva Edison (1897-1931) es la estrofa de la que está hecha el sueño americano. Este joven inquisitivo abandonó su escuela en Port Huron, Michigan, pocos meses después de empezar, cuando su maestra lo tildó de “inepto”. Su madre continuó enseñándole en la casa, y el niño instaló un laboratorio químico en el sótano.
A los doce años, Edison se puso a trabajar como vendedor de emparedados y maníes en el ferrocarril, para obtener dinero para sus elementos químicos y equipo. Mudó su laboratorio a un vagón de equipajes y, tras comprar una pequeña imprenta, comenzó a editar el primer periódico que se publicó en un tren en movimiento. Lo arrojaron del tren cuando sus sustancias químicas estallaron e incendiaron el vagón.
En 1869 Edison llegó a Nueva York, sin un céntimo pero resuelto a ganarse la vida como inventor. Varios meses después recibió cuarenta mil dólares por las mejoras hechas en un teleimpresor para la Bolsa. Con este dinero inició su larga carrera de inventor. Trabajó sin cesar hasta patentar más de mil inventos a través de los años. Este maravilloso retrato nos permite vislumbrar el temperamento de una de las mentes más lúcidas de los Estados Unidos.
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Por ser el creador del primer periódico en movimiento.
Por mejoras en un teleimpresor para la Bolsa.
Por la venta de emparedados y maníes.
Patentando mil inventos.